+ ¿Sólo tienes objetivos? Aquello en lo que desees TRIUNFAR conviértelo en tu PASIÓN.
Una importante evidencia de estar mentalmente vivo es el deseo de convertir en realidad determinados objetivos. Desde cumplir un presupuesto de ventas o proyectar un viaje hasta enseñar a un loro a repetir cuatro sandeces, la lista de deseos, además de personal e intransferible, bordea lo infinito.
Pero no nos confundamos: tener objetivos es una vulgaridad necesaria para el mantenimiento y la subsistencia cotidianos.
Un objetivo es una conveniencia pasajera. Una pasión es el fundamento de nuestra existencia, aquello que nos sostiene y sobre lo que nos construimos.
Objetivo es hacer deporte. Pasión es ser campeón.
Objetivo es ser bueno. Pasión es ser el mejor.
Objetivo es imitar. Pasión es crear.
Objetivo es tener amistades. Pasión es amar.
Objetivo es hacer. Pasión es liderar.
A un objetivo se le asignan preferencias: en la gestión del tiempo, la absorción de conocimientos y el despliegue de habilidades y control de avances, parálisis o retrocesos que acompañan a toda consecución.
A una pasión se le transfiere obsesión, que significa todo lo acabado de describir pero llevado al límite de nuestra humanidad, allí donde somos conscientes de que no podemos hacer más.
Un objetivo se siente en la piel. La pasión penetra e invade el alma, que es como, desde la ignorancia envuelta en poesía, llamamos a la parte más sublime de nuestro cerebro.
¿Cómo se sirve a una pasión?
Teniendo constantemente orientados nuestros cinco sentidos-antena (vista, oído, olfato, gusto y tacto), más la sexta antena liberada (esa que llamamos "la intuición"), a captar cualquier vibración que, por mínima que sea, entendamos que nos puede servir.
Una pasión es una obsesión que acompaña desde que uno se levanta hasta que se va a dormir. Pero en el sueño tampoco hay descanso ni demora, porque la pasión exige libreta y bolígrafo en la mesita de noche.
Vivir para hacer posible una pasión nos pide estar rodeados de apuntes, notas, referencias... porque si la carne es débil, el cerebro, en su faceta "archivo", a veces es olvidadizo.
Para acabar, condición indispensable para concretar una pasión es es tratar de sintetizarla en las mínimas palabras. Si pueden ser dos, que no sean tres. Y si son tres. habrá que exprimir el cerebro para que no sean cuatro.
Cada nueva palabra posibilita un maldito freno, una limitación o una diferente interpretación.
Un objetivo puede ser elástico y dúctil. Y a veces conviene que lo sea.
La pasión es hermética e innegociable. Y cuando deja de serlo, se transforma en una conveniencia.
¿Hasta dónde hay que llegar?
Cada uno tiene su propia respuesta.
Definitivamente única. Definitivamente intransferible.
Joaquín LORENTE
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